sábado, 5 de mayo de 2012

los bandoleros no eran solo hombres... LA CALDERONA

Durante el siglo XVII se extendió por las tierras valencianas, como una auténtica plaga, el bandolerismo. Las causas que motivaron la proliferación de estos grupos de personas al margen de la ley son muy diversas: criminales comunes que huían de la justicia, moriscos que no habían querido aceptar el decreto de expulsión, la miseria que empujaba el más humildes a procurar a medios de subsistencia, las disputas entre los señores que armaban gente para solventar sus rivalidades y las de sus familias.

Las muchas cuevas y montañas que rodean la sierra hicieron de escondite para bandidos y criminales.


Cuentan que el atardecer de un riguroso día de invierno, dos viajeros iban con prisas de Morvedre a Puçol por el camino de Valencia para la noche ya caía y habían oído decir que estas tierras no eran muy seguras por la presencia de pandillas de bandoleros. Montados sobre las mulas asomaban a derecha e izquierda intentando penetrar con las miradas en la oscuridad del atardecer, que se hacía más sobrecogedor por la sombra que proyectaba la enorme mole de la montaña Negra en tapar los últimos rayos de sol. La preocupación les mantenía en silencio y sólo de vez en cuando alguno de los dos se atrevía a hacer algún comentario, no tanto para hablar con el compañero como para intentar alejar el miedo que la proximidad de la noche hace presente en todas las personas que son en lugares no conocidos.

- Parece que esta noche hará frío y aún no vemos los hostalets de Puçol .  
De repente, y sin saber de dónde habían surgido, se vieron rodeados de manantiales o doce personas a caballo que les amenazaron con espadas, navajas y armas de fuego. No tuvieron tiempo ni de darse cuenta de su presencia y ya les habían hecho bajar de las bestias a base de gritos y algunas empujones. Los dos viajeros, aterrados, pensaban ya en la muerte inmediata cuando escucharon una extraña voz que les dijo:
- Poner en este sombrero el dinero que lleváis en el bolso y cualquier otro objeto de valor que tenga. No intente esconder nada o su presencia en el mundo de los vivos habrá llegado a su fin.
Los viajeros obedecieron sin dudar, aunque alguna moneda les cayó al suelo por el temblor de las manos e inmediatamente se arrodillaron para implorar clemencia a quien parecía el jefe de la pandilla. Ni les dio tiempo, porque aquel grupo de gente desapareció tal y como se les tragó en un santiamén dejándolos absolutamente boquiabiertos y sin acabar de saber cómo se habían producido los hechos.
- Ya nos lo advirtieron a Morvedre cuando emprendíamos camino: " Puçol , pásalo con sol ". ¡Ay! Si hubiéramos hecho caso no nos encontraríamos en la situación en que nos encontramos! - se lamentó uno de los viajeros.        Deja de quejarte - contestó su acompañante -. Vámonos en cuanto antes, no sea cosa que baje el fieramente de la montaña y no acaban aquí nuestras desgracias.
Después de un rato caminando, llegaron a hostalets que se encontraban a la entrada de Puçol . Entraron en el primero que chocar y contaron su aventura a los que se encontraban.
- Aunque ha tenido suerte de que puede contarlo - dijo el hostelero mientras les servía de beber -. Es más frecuente que este bandoleros además de robar las mercancías y llevarse los carruajes y las bestias, termine matando a los viajeros.
- Y no hay manera de acabar con ellos? - preguntó un huésped que estaba escuchando la historia  Ya lo han intentado, pero no hay quien pueda hacerse con ellos - prosiguió el hostelero -. Más de una vez han salido los hombres de la justicia en perseguirlos pero tarde o temprano han perdido el rastro . Conocen cada palmo del terreno, los caminos de la montaña son para ellos como las calles del pueblo para nosotros, saben dónde se encuentra cada escondite e incluso, aprovechando algún desfiladero, han tendido una emboscada a los soldados y los han hecho huir ocasionándoles de un herido .
- Y nadie sabe dónde se encuentra su campamento? - preguntó otro huésped.
- Nadie. Sólo una vez un pastor contó que, por casualidad, vio como la pandilla de bandoleros entraba en una cueva que hay detrás de Santo Espíritu y, al irse atrevió a entrar y comprobó que aquello era un laberinto de pasillos . Desde aquel día la gente le ha puesto el nombre de cueva de los Ladrones y nadie se atreve a acercarse a ella .      Parece cosa de las fuerzas del infierno - dijo uno de los viajeros.
- Deben saber que la gente llama barranco del Diablo en el lugar donde ustedes han sido asaltados y por donde los bandoleros aparecen y desaparecen - añadió el hostelero.
- Pues no tenía voz de diablo el jefe de los que nos ha asaltado, sino fina y aguda, como de mujer - matizó el otro viajero.
- Esto confirma lo que se comenta por estas tierras - se apresura a continuar el hostelero. Dicen que el misterioso personaje que dirige todas las acciones de esta partida de ladrones es una mujer. María Calderón , actriz conocida con el nombre de la Calderona . Dicen también que fue la amante de nuestro señor el rey Felipe IV , del que ha tenido un hijo y una hija, pero que entró en amores con un duque, importante personaje de la corte. Parece que la mencionada señora visitó el duque mientras éste residía en Valencia . El rey, celoso, ordenó recluir en un convento y, para evitar que la cerraron, el duque la envió con un grupo de hombres de su confianza a refugiarse en las montañas de nuestra comarca. Con el paso del tiempo este grupo de gente se ha convertido en la banda de salteadores que vosotros habéis tenido la desgracia de sufrir .   Tanta fue la fama de la bandolera que a partir de entonces esta sierra se llama la Calderona. Y eran tan habituales los atracos que los habitantes del Camp de Morvedre todavía dicen, cuando son víctimas de algún abuso económico: "A robar a la Calderona" .

viernes, 4 de mayo de 2012

pasos largos

Juan Mingolla Gallardo nace en 1873 en Setenil (Málaga) de una modesta familia de labradores. Hace la campaña de Cuba, cumpliendo el servicio militar. Viene de allí muy enfermo. Se repone y se dedica a andar por los montes de Ronda como cazador furtivo, tomando el apodo de su padre, "Pasos Largos" , por la forma de caminar. Es alto y flaco. Roba en los cortijos, asalta en los caminos.
Un día le denuncia un cortijero a la Guardia Civil que le detienen y dan un tremenda paliza. Jura vengarse y lo hace. 
Busca al hijo del denunciante y lo mata de dos balazos en la cabeza rematándole con la hoz que lleva éste "para que no sufra" . Luego va a buscar al padre y con la misma hoz le mata con ensañamiento. Sorprende a dos Civiles, les quita las escopetas y les hace marcharse a Ronda. Por el camino envía a un niño con los fusiles quien se los devuelve de su parte "para que no los castigue su jefe" . Crece su fama.
Un día sorprende a un ricachón y lo lleva a la sierra con él. Le hace enviar por un rescate de 10.000 reales y mientras, se hacen amigos, fuman y comen juntos. El secuestrado le da su reloj y cadena de oro. Los G. Civiles rodean la sierra. Se refugia en una choza de cabreros. Se confía y la mujer le denuncia a los guardias. Rodean la choza, hiere a un guardia, y él escapa malherido, se lanza por un barranco y con dificultad consigue llegar a Ronda donde se refugia en la posada de Sibaja y pide al posadero que avise a la Guardia Civil que quiere entregarse.  
Vienen por él, le detienen y entre aclamaciones del pueblo le llevan a la enfermería de la cárcel y le juzgan. Salva la vida pero le ponen cadena perpetua y le envían al penal de Figueras, donde las malas condiciones agravan su tuberculosis. Por su buena conducta y por varios indultos, le ponen en libertad en 1932.
Se va a Ronda, y el mismo que había raptado hacía 20 años le da trabajo como guarda en su finca. A los pocos meses le pide permiso para marcharse. Echa de menos la vida en las serranías y su caza furtiva. Comete varios robos otra vez y se esconde en cuevas. Alguien descubre su escondrijo y le vuelven a denunciar a las autoridades. Le rodean los Guardias Civiles. Se organiza un tiroteo, y recibe dos balazos, uno en el vientre y otro en el pecho, ambos mortales.
Así, en la Cueva del Parmito, en la Sierra Blanquilla, siempre nevada, quedó tendido para siempre "Pasos Largos" el último bandido andaluz.

el pernales

González " El Pernales " nació el 23 de julio de 1879 en Estepa (Sevilla). Sobrino de otro bandido andaluz " El Soniche ", le superaría en fama.
No recibió educación alguna y se dedicó con su padre al oficio de cabrero. Con su padre cometió varios robos. En uno de ellos la Guardia Civil los sorprendió y el Sargento Padilla de un culatazo mató al padre. El muchacho emprendió decidido el camino de la delincuencia, uniéndose a la partida de su tío "El Soniche" , demostrando una extrema crueldad en sus acciones.
A pesar de todo se casó por la Iglesia con María de las Nieves Caballero en 1901. Continuó robando y gastando el dinero en las tabernas. Tuvieron dos hijas a las que maltrataba cruelmente. Su mujer, harta de sus malos tratos le abandonó con sus hijas. Francisco se queda sólo y muy a gusto. Los vecinos le odiaban y le evitaban. 
El mote de Pernales parece proceder de "pedernales" por la dureza de su carácter. Organizó su propia partida con dos malhechores, entrando en un cortijo robando al dueño y violando los tres a su mujer. Tuvieron varios encuentros con la Guardia Civil, pero siempre lograban escapar. Siguieron los robos.
En cierta ocasión un tabernero les dio un arroz con arsénico. Murieron su tío y el compañero. Él logró salvarse, regresando y matando al tabernero acuchillándole lentamente hasta que se desangró y murió. Pernales no tenía piedad con quien le traicionaba como demostró muchas veces a lo largo de su vida de criminal. 
Su fama se extendió no sólo por Andalucía sino llegó hasta Madrid. Intentó huir a América con su nueva amante con la que tuvo una hija, pero no lo consiguió.
Durante años la Guardia Civil le acosó continuamente hasta que el trágico 31 de agosto de 1907, cuando tenía 28 años, en las Lomas de Villaverde, Sierra de Alcaraz, fue sorprendido por el Teniente Haro y sus hombres mientras comía en un olivar con un compañero de su partida y tras un tiroteo por ambas partes cayeron los dos bandidos muertos a tiros.

Diego corrientes

Utrera, 1757-Sevilla, 1781) Bandolero español. Jornalero del campo, organizó una banda que saqueó numerosas haciendas y cortijos. Era especialista en el robo de caballos, que luego vendía en Portugal. Justificaba sus fechorías con la idea de que robaba a los ricos para ayudar a los pobres, con lo que consiguió cierto apoyo en la gente del campo, que lo encubrían. Diego Corrientes fue perseguido por diversas partidas de escopeteros de la Compañía de Sevilla, al mando del teniente D. José de Puértolas, localizado en un apostadero a la altura del pueblo de El Garrobo, en la sierra sevillana, de paso para Encinasola, a fin de atravesar LA RAYA e internarse en Portugal. Condenado a muerte en rebeldía, fue capturado y descuartizado. Su cabeza fue exhibida en una venta de Utrera.

el tempranillo

José María Hinojosa Cobacho llamado "el Tempranillo" (en la pedanía de Jauja en Lucena, Córdoba, 21-24 de junio de 1805 - Alameda, Málaga, 23 de septiembre de 1833) fue un bandolero español rebelde y liberal que actuó en Sierra Morena.[1] 
Nació en una pedanía de Lucena llamada Jauja en la Córdoba. Era hijo de Juan y María, los cuales eran jornaleros, al igual que sus abuelos. José no tuvo estudios y desde muy niño tuvo que trabajar como jornalero junto a sus padres y al servicio de un señorito de la zona.
Con tan solo 15 años empieza su vida como bandolero. La causa de tal modo de vida se encuentra en el día 29 de septiembre de 1820 en la romería de San Miguel en donde mató a un hombre. Hay tres hipotesis sobre el crimen que cometió; la primera es la de que José venga la muerte de su padre; la segunda vengando la violación de su madre ya viuda; y la tercera, la más convincente, es de la de José enamorado de Clara, una niña de Jauja. Al final de la romería hay un baile en donde un hombre adulto importuna a Clara, José se enfrenta al hombre y se bate en duelo de navajas, saliendo José victorioso al triunfar su navaja y asesinar a su contrincante. El hecho se sabe y debe huir, ya que la pena impuesta para este delito es la de la muerte en la horca. Cogió el primer caballo que vio y se lanzó a los montes de Sierra Morena para sobrevivir.    
En su primeros años como bandolero se dedicó al contrabando y se incorporó a la banda de los Siete niños de Écija, los cuales se ganaban la vida robando a todos aquellos que se encontraban por la sierra. Aquí fue donde le apodaron "el Tempranillo", tal vez por lo pronto que tuvo que huir de la justicia. En esta banda se encontraba José Ulloa, "el Tragabuches", el cual era bandolero a causa de matar a su mujer y al amante de ésta. A pesar de estar durante unos dos años con esta banda, donde aprendió bastante, José era más inteligente y astuto como para servir a una banda y, con 18 años, creó la suya propia. Se especializó en asaltos a carruajes y diligencias, sobre todo de la Hacienda del Reino. El rey Fernando VII no sabía cómo parar estas grandes oleadas de bandoleros que se estaban produciendo en el sur de España y mandó grandes batallones especializados de soldados, llamados migueletes.
En 1825 con 20 años ya le seguían 14 hombres, todos mayores que él. Cualquiera que pasara por Sierra Morena tenía que vérselas con él y su banda. Sin embargo, se le conocía como "el bandido bueno", ya que era capaz de repartir más dinero a sus compañeros que a él mismo y si un pueblo estaba en situación precaria, él daba grandes dineros a cambio de refugio. En otras ocasiones ayudaba a gente pobre, como a un arriero que llevaba a un burro moribundo, ya que era lo único que poseía para trabajar y mantener a su numerosa familia. "El Tempranillo" le propuso que comprara la mula del herrero de la zona por 1.500 reales que él mismo le daba. El arriero compró la mula, y unos bandoleros fueron al día siguiente a pedir al herrero los 1.500 reales, a lo que éste tuvo que acceder al decir los bandoleros que venían de parte del "Tempranillo". Siempre luchó contra los caciques y los latifundistas.    
Muchos de los huidos de la justicia se unían a él y llegó a contar con 50 hombres, entre ellos, "el Lero", "el Venitas", "el de la Torre" o "el Veneno". Muchos de ellos eran héroes de la Guerra de la independencia.
Su golpe más famoso y espectacular fue en Écija, cuando asaltó y robó una gran diligencia que llevaba gran cantidad de dinero de la Hacienda. Tenía una especie de servicio de espionaje a lo largo de los pueblos donde la gente le informaba sobre los movimientos de los hombres del Rey. Asimismo, contaba con las informaciones del correveidile del gobernador de Sevilla, un individuo que atendía al nombre de Pedro Ignacio Ángulo Martín, natural de Salamanca, extremadamente inteligente y taimado. Controló todos los pasos de Sierra Morena y cobraba peaje a todo carruaje que quisiera adentrarse por aquellos parajes. Sus acciones llegaron a recorrer no solo España sino también Europa lo que llevó a escritores como Prosper Mérimée, el cual dijo: En España manda el Rey, pero en Sierra Morena manda "el Tempranillo", a escribir sobre él. También lo conocieron pintores como J.F. Lewis que fue el que mejor lo retrató, como un hombre de poca estatura, fuerte, y con penetrantes ojos grises. Vestía con una chaqueta fina y camisa de algodón, y entre su faja siempre llevaba dos pistolones y dos navajas.
Aparte de sus asaltos y delitos, se demostró que no era perverso ni asesino despiadado, como otros bandoleros conocidos. Por ejemplo, trataba muy bien a las damas a las que robaba. Cuando asaltaba a un carruaje era el primero en ayudarlas a bajar ofreciendo su brazo, luego se las llevaba a la sombra y les iba quitando las joyas mientras decía:Una mano tan bella no necesita estas alhajas, y las damas suspiraban por él. Se casó con María Jerónima Francés, una joven y bella gaditana, ella quedó embarazada y el 6 de enero de 1832 estaba a punto de parir en un cortijo de Grazalema, cuando los migueletes rodearon el cortijo y atacaron a la casa donde estaban el bandolero y su mujer. "El Tempranillo" respondió al ataque y los soldados del Rey no se atrevían a asaltar la casa por miedo a que hubiera más bandoleros. En medio de tantos disparos y pánico, María, muy nerviosa, murió en el parto y el niño recién nacido a duras penas sobrevivió. Viendo esta situación, "el Tempranillo" actuó con rapidez, atándose el cuerpo de su amada muerta a la espalda, a su hijo en la faja y salió al galope del cortijo montado en su caballo en medio de los disparos de los migueletes sin resultar ni siquiera herido. Al día siguiente entregó el cadáver de María a la familia de ésta y el 10 de enero fue a bautizar a su hijo en la iglesia de Grazalema. Cuando llegó aquí la gente estaba asustada por una posible represalia del bandolero, pero "el Tempranillo" no hizo nada y nadie llamó a las autoridades, respetando así su dolor.
En agosto de 1832, Fernando VII dio el indulto a todos aquellos que quisieran servir a la ley y ser libres, liquidando a todos los bandoleros que no se unieran a la propuesta. "El Tempranillo" habló con sus hombres diciéndoles que si le siguen serán libres y no serán arrestados, pero que si no le seguían los buscaría y los llevaría al cadalso. "El Lero", "el Venitas" y "el de la Torre" se le unieron, pero "el Veneno" dijo que lo buscaran, que nunca dejaría de ser lo que era. Así empezó una lucha entre bandoleros bien urdida por el Rey. En diciembre de ese año cayó "el Veneno", siendo ajusticiado.
En plena lucha entre bandoleros, el día 23 de septiembre, "el Tempranillo", cerca de una hacienda que tenía en Alameda, se topó con una emboscada de un antiguo compañero, "el Barberillo", quien le disparó hiriéndole mortalmente poniendo fin a su vida con 28 años.

bandolero el tragabuches

(* Arcos de la Frontera, 1780 - † ¿?) fue un bandolero, torero y cantaor andaluz.
Nacido José Mateo Balcázar Navarro cambió su nombre por el de José Ulloa Navarro amparándose en una pragmática real en la que Carlos III autorizaba a los gitanos a tomar el apellido que deseasen. El apodo de Tragabuches lo heredó de su padre quien lo obtuvo, según cuenta la tradición, al comerse un burro recién nacido (buche en Andalucía) en adobo.
Se inició como torero aprovechando que su padrino de bautismo, Bartolomé Romero, era pariente de Pedro Romero y sus hermanos quienes habían fundado una famosa escuela de tauromaquia en la ciudad de Ronda.
Como miembro de las cuadrillas de Gaspar y José Romero intervino como banderillero y sobresaliente desde 1800 a 1802 año en el que tomó la alternativa en la plaza de toros de Salamanca.          
Instalado en Ronda pronto abandonó su carrera como matador de toros y comenzó a actuar como contrabandista junto a una bailaora conocida como María “La Nena” con la quien vivía amancebado. José Ulloa “Tragabuches” se encargaba de obtener las mercancías en el cercano enclave de Gibraltar y su compañera se ocupaba de la distribución del contrabando.
Como contrabandista continuó hasta que, en 1814, un antiguo compañero de la cuadrilla de los Romero lo invitó a torear en los festejos taurinos que, con motivo de la vuelta a España del rey Fernando VII, se iban a celebrar en Málaga. Cuando se dirigía a la capital de la provincia malagueña, su caballo lo derriba y le disloca un brazo por lo que se ve obligado a regresar a Ronda donde descubre que su amante le es infiel con un sacristán conocido como Pepe “El Listillo”.
Tras degollar al sacristán, arrojó a su infiel compañera por el balcón causándole también la muerte, tras lo cual huyó a la sierra rondeña integrándose en una de las partidas de bandoleros más temidas de su tiempo y donde coincidió con los inicios de bandolero de El Tempranillo o con la partida de Los siete niños de Écija donde permanecería hasta 1817, año en el que todos los miembros de la cuadrilla, excepto Tragabuches cuyo rastro se pierde desde entonces, fueron capturados y ejecutados. También era cantaor, y se conserva una letra atribuida a él: "Una mujer fue la causa/de mi perdición primera./No hay ningún mal de los hombres/que de mujeres no venga"

los siete niños de écija

Iniciaron sus aventuras en 1808 como una guerrilla patriótica formada para luchar contra las huestes del invasor Napoleón de la que generó la cuadrilla de bandoleros. Bajo el mando del bravo capitán Luis de Vargas, se constituyó la primera banda compuesta, efectivamente, por siete "niños", que por diferentes motivos fueron muy perseguidos por la justicia: Juan Palomo, Satanás, Malafacha, Cándido, El Cencerro y Tragabuches. Se suponía que la integraban siempre siete bandidos, que se renovaban a medida que alguno de sus miembros moría o caía preso. Llegaron a dominar la carretera general de Andalucía, entre Sevilla y Córdoba; pero en julio de 1817 mediante un edicto se inició una campaña contra ellos, y en el curso de un año y medio fueron capturados siete, pero ninguno figuraba en el edicto, tres eran de Écija y los restantes de los alrededores.
Fueron ejecutados la mayor parte de los apresados entre los que figuraba Fray Antonio de Legama, a quien se dio garrote en Sevilla y el ecijano Francisco Huertas, un bandolero de la nobleza a cuya ejecución asistieron todas las autoridades del pueblo, incluido el obispo.
De sus jefes son conocidos Pablo de Aroca, alias ojitos, que consiguió escapar a la justicia, y Juan Palomo.